La medida fue apoyada por la alcaldesa de Chicago, Lori Lightfoot, y la tesorera Melissa Conyears-Ervin, que gestiona las inversiones de la ciudad y sus fondos de pensiones y supervisa 9.000 millones de dólares en activos.
El tesorero no invertirá ningún fondo de la ciudad y se desprenderá de los valores u otras obligaciones de las empresas de la lista, según la ordenanza.
La ordenanza no afectará a la cartera actual, según un comunicado enviado por correo electrónico por la oficina del tesorero. Conyears-Ervin desinvirtió todas las participaciones mediante vencimientos y ventas relacionadas con los combustibles fósiles en los últimos 18 meses, anticipando que la medida se aprobaría, lo que sumó unos 70 millones de dólares. La ordenanza pretende evitar futuras reinversiones, según el comunicado.
“Las consecuencias del cambio climático pueden hacer de Chicago un lugar menos deseable para vivir y trabajar, afectando negativamente a la salud fiscal y social de la ciudad”, según la ordenanza. La desinversión tendrá lugar “tan pronto como sea posible o de acuerdo con la política de inversión escrita”.
La tercera ciudad más poblada del país es el último gobierno que ha tomado medidas para ejercer su política de inversiones en la lucha contra el cambio climático.
Treinta y ocho ciudades estadounidenses han desinvertido en empresas de combustibles fósiles, según la ordenanza. Maine promulgó el año pasado una ley que exige la desinversión en combustibles fósiles, el primer estado estadounidense en hacerlo.